El Manchester City conquistó su primer título de liga con Pep Guardiola al mando. Apenas dos meses después de alzar la EFL Cup, los Sky Blues se quedaron con su quinta Premier League, y lo hicieron con cuatro jornadas por disputarse. En nueve de cada diez partidos, desplegaron una auténtica avalancha de fútbol.
El Manchester City se ha proclamado campeón de la máxima categoría del fútbol inglés, tras la sorpresiva derrota del Manchester United frente al West Bromwich Albion. Así, los de Guardiola coronaron una campaña brillante, donde su fútbol fue, sin duda, una lección hermosa de cómo recuperar la esencia ganadora que alguna vez definió a las Islas Británicas.
Durante la primera década de la Premier, Manchester United y Arsenal marcaron una época. Equipos cuya ambición no conocía pausas ni dosificaciones, con un hambre inagotable de gloria. Hoy, el City honra esa tradición, rindiendo tributo con su propio estilo.
Una de las claves del éxito Citizen fue la meticulosa planificación de Guardiola. Fichajes como los de Kyle Walker, Benjamin Mendy y Ederson no solo reforzaron una defensa frágil, sino que establecieron una base sólida sobre la cual se edificó un ataque vertiginoso.
Las fortalezas del equipo fueron evaluadas con rigor científico por distintos servicios estadísticos de rendimiento. Los datos revelaron cuatro pilares claves del Manchester City para aplastar rivales -más allá de las escasas derrotas en el certamen-: alta eficacia en la definición, ataques letales por las bandas, generación constante de ocasiones a través de pases filtrados y una gran capacidad para defender la pelota parada.
Guardiola, fiel a su evolución táctica, dejó atrás aquella versión suya que priorizaba la posesión sin impacto. Renunció al pase por el pase, para apostar por un fútbol más directo, veloz y punzante. Comprendió que una defensa rápida y segura facilitaba enormemente la fluidez y contundencia ofensiva. No se equivocó.
El estilo agresivo desplegado por el City esta temporada se alejó de lo que se vio en su Barcelona o Bayern. En Inglaterra, Pep encontró otra versión de sí mismo: una máquina de atacar sin tregua. Esa agresividad ofensiva le valió al equipo numerosas goleadas y, con ellas, el campeonato.
De este equipo se disfrutó, por ejemplo, la habilidad casi coral para filtrar pases al espacio. En la Premier, los jugadores de Pep rompieron líneas una y otra vez, abrieron huecos con inteligencia y sirvieron asistencias con una facilidad pasmosa. En un fútbol inglés donde la presión dejó de ser una prioridad, el City supo explotar ese vacío. Se aburrió -literalmente- de generar ocasiones de gol.
Un capítulo aparte merece David Silva. Aunque no siempre lideró las estadísticas, fue el auténtico director de orquesta. El español se mantuvo como el cerebro del equipo en medio de una competencia feroz por un lugar en el mediocampo. Cuando los rivales lograban anularlo, nadie conseguía replicar con total fidelidad el rol del talentoso ‘Chino’. Era -y es- un placer verlo pensar más rápido de lo que se mueve, que ya es decir mucho.
Aun así, no todo fue perfecto. Al City le quedan aspectos por afinar: mejorar el juego aéreo, especialmente fuera de su área; proteger mejor las ventajas; y evitar que el rival genere ocasiones claras. Pulir esos detalles será clave para sostener el dominio.
Enhorabuena al Manchester City, que demostró que aún se puede ser desmesuradamente ofensivo, con locura, con pasión, y sin reservas. Una vez más, el trabajo de Pep Guardiola ha dejado huella. Su propuesta no solo ganó títulos, también encendió corazones. Revolucionó -otra vez- la Premier League, que poco a poco vuelve a entender su deber: autoexigirse, emocionar, hacer que el hincha necesite un marcapasos en cada jornada.
Quienes no se suban a esta ola de los Sky Blues, la verán pasar todos los años. Insisto: la planificación del City fue brutal. ¿Tomará nota el resto? ¿O volverán a quedarse mirando cómo se levanta otra copa celeste?
✍️ Robbie Ruud
🗓️ (16/04/2018)

Redacción Premier League
